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Mostrando entradas de septiembre, 2009

Esperanza Y Ecocidio.

La esperanza es un principio fundamental para la sustentabilidad de la psique, ya que la esperanza es sanadora en el dominio de la ecología psíquica. Y la perdida de la esperanza influye sobre ese dominio. Cuando la psique se deteriora por la no reflexión y por la enajenación, muere una parte de su ecosistema, algo de su propia biología. Y cuando no hay reflexión, consciencia; no hay contribución a la sustentabilidad psíquica. Cuando crecemos en un mundo y cultura ecocidas nuestro psiquismo puede desarrollar mutaciones en la consciencia y alterar la percepción y el contacto con la realidad, matar o truncar una parte del aparato psíquico; la ecología de la mente, el sistema autorregulatorio presentará un déficit. ¿Entonces se puede hacer algo al respecto a esta parte muerta, deteriorada, del atentado hacia nuestra propia naturaleza? Sí, considero que sí. Uno de los caminos para llegar a ello es la reflexión. Ahora. ¿Cómo surge la reflexión, como reverdece? Pues en el dominio coversacion

Ecocidio Interior

El Ecocidio, menciona el Dr. Fernando Cesarman(1977), es el impulso y/o compulsividad de dañar al planeta, a la madre tierra, a la Eco. Me he hecho algunas preguntas: ¿qué hay detrás de esa compulsión? ¿Cómo surgen esos impulsos, qué son, qué significan? ... Es por eso que no reflexionamos (por el ecocidio interior); Humberto Maturana dice: "Es verdad que hemos vivido hasta ahora sin hacer esta reflexión y sin revisar el fundamento de nuestras capacidades cognoscitivas y que podemos seguir viviendo". Es como matar; creo yo, una parte de nosotros, intoxicando al Ser con la no reflexión; es allí donde surge el Ecocidio Interior, no hay filtros, no hay "reciclaje" de emociones, no hay sustentabilidad. No reflexionamos, y así matamos a una parte de nosotros, a nuestra naturaleza, biológica y ontológicamente. Sí, primero matamos nuestra naturaleza y después la ecología, a la madre tierra, empezando con nuestra psique, vamos deformando la cultura original y nos enajenamos